jueves, 9 de junio de 2011

Deseo religioso

Que delicia es el pecado
de tu fresa húmeda en mi boca,
de rodillas y atrapado,
entre piernas que no se tocan.

En un rincón de aquel templo
te busco, salvación mía
entrecortando mi aliento,
bebiéndote viviría.

Cada gota de tus labios
penetrados por mi lengua
como cuentas de un rosario
ruego a dios no te detengas.

Soy en tu última mirada
el milagro de un orgasmo lento,
una víctima sagrada
de tu cuerpo en movimiento.

Ahora pido en mi torpeza
con deseo religioso
como un párroco que reza
penitente, silencioso

Que el licor dulce de tus piernas
explote en mi regazo,
y la salvación eterna
la encuentre yo entre tus brazos.

Extiendo mi mano perversamente
como los dioses represores
que hacen lo que toda la gente
con crucifijos o consoladores.

Ardo en las llamas de mi herejía
y en tu santuario inmaculado
donde empiezan mis fantasías
muero febril y eyaculado.

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