miércoles, 10 de noviembre de 2010

indescifrable discrepancia entre los entes

internamente intentando escapar de una forma u otra del laberinto de su mente. como increíble cambio de alternas divinidades, espera superar los escritos despóticos del tardío  e intrincado dilema. ya sin voz para explicar lo mas íntimo del alma, que se consuela con el desfile de extrañas figuras amarillas, comprende que no es tiempo para destilar su veneno aún. Es una época triste para la aventura, que tanto podría haber desarrollado hace a penas unos años.
mejor estrella era su pequeña niña que soñaba con conocer alguna vez ese planeta rojo al que muchos quisieran conquistar. en lugar de mirarlo con la ternura que posee un niño, lo estudiaba con su mirada extraña, casi desorbitada que la caracterizaba y que podía mover muchos más soles que algún filósofo platónico de la época.
antes de desafiar al destino preparó sus mas antiguos cajones de herramientas y los llenó de comida, comida que no duraría mas que unos meses, pero que sabía que bastarían para subsistir en el inmediato mundo de indiosincracias desgastadas.
Pronto como vio el destino que hallaba en esas manos, observó inocentemente los senos de la estatua de aquel oráculo precioso y se permitió sonreír por un momento, declinando su gran receso y obviando su gran deseo por ser un dios nuevamente, bajo la custodia de su propia mirada, que a veces solía ser muy juiciosa.
apartó un poco de leña para preparar el fuego pero poco a poco ésta se consumiría en la noche, en la fría noche junto a otros que preferían tener su carne caliente a que ser devorados por osos del bosque hambrientos que no tenían piedad por aquellos que se aventuraban. Al menos le quedaban algunos poemas que podía utilizar o bien como esperanza o para avivar el fuego cada vez que quisiera extinguirse.

A un lado de la extenua llanura, se hallaba bajo un poco de tierra y arena húmeda el inequívoco monstruo de la locura, acechándolo y viendo cada movimiento que hacía. en el silencio, siempre en la oscuridad imperceptible y onírica. Esperaba a por su víctima mientras de relamía plácidamente con seguridad. Esta sería una presa facil una vez que pasaran unas horas y el frío empezara a apretar.
acaeció un poco la llovizna mañanera y él apareció de un lado del río abriendo sus brazos en señal de excelente animo y miró hacia el cielo, allí donde se esconden todas las plegarias que jamas llegaron.
Entonces se pusieron a cantar esas aves de color rojizo sobre la rezumante pradera en la que habitaban más especies de las que él habia visto en su vida monótona. En un instante se lleno de animales salvajes, pequeños, pero curiosos alrededor de sus piernas.
claro que estaba hambriento, pero de alguna forma se lo aguantó. siempre imaginando que pronto vería un lugar conocido, encontraria algun ser humano que comparta con él ese sentimiento de extravío y desconfianza que habia empezado a sentir hace unas horas.
Era raro ver las ramas flotando sobre un rio casi seco que desembocaba seguramente en algún otro río indómito del bosque.
a pesar de la visión distinta a la conocida ciudad, este lugar era lo suficientemente acojedor cuando oscurecía, y siempre hallaba plantas y algun rincón donde protegerse de la noche.
Aún sentia el gusto a cobre en su boca, desde que perdió el conocimiento y quedó varado y si retorno en esa isla imperturbable.
despegaban de su mente ideas absurdas de supuestas teorías de porque aún nadie lo había buscado. Se sentaba sobre la hierva y dejaba que las moscas volaran sobre su cabeza por un momento mientras pensaba en sus seres queridos, que en esta situación y a esta hora ya no eran tan querido como solían serlo.
Su firmeza en cuanto a que había sido abandonado no se conmutó, en cambio creció al ver que se encontraba solo en la naturaleza, sin un alma viva alrededor, sin nadie a quien rendirle cuentas ni darle ninguna clase de explicaciones. Todos esos seres que exigían tanto de él, y de una manera estúpida, se había ido y quizá para siempre.
Si. todos estaban en aquel lugar desconocido e impenetrable al que otros llamaban pasado, incluso su pequeña que jugaba con sus barquitos en un charquito de agua en el momento en el que él se marchaba. la inocencia y la plenitud de su vida se había alejado kilómetros de su presencia, y aún mas de su mente. todo era necesidad, y nada podía ajustarse a ese hombre que había sido momentaneamente entre los seres humanos, que ya formaban parte de un mundo imaginario.

una caracteristica del silencio parecia incendiar su coordura. En la estructura de su persona se encontraba la inquieta duda, que determinaba todo un sistema operador en su estela unica de vigilancia.
un conocimiento absoluto de pertenencia sobre el que se basaba parte de la idea de su libre opción de vida lo despojaba de tormentosos pensamientos de miedo hacia la sociedad que parecía perdida, aún mas de lo que él estaba en aquel momento.

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